Jueves: El punto de partida

Jueves: El punto de partida

Nadie nace sin tener miedo en la vida. Todos le tenemos miedo a algo desde que nacemos, aun sin saber lo que es el miedo. Quizás haya muchos cursos de ayuda personal que nos enseñen a cómo manejar el miedo, pero eso no significa que el miedo dejará de estar ahí. Es inherente a nosotros.

Jesús sintió miedo. Para comprobarlo, vámonos al punto de partida. No al pesebre de Belén, ni al Templo de Jerusalén, mucho menos a la Cruz. Vámonos al Huerto de Getsemaní, el punto que marcó el inicio de todo. Pocas veces pensamos en ese Jesús que tenía  “su alma destrozada de tanta tristeza hasta el punto de la muerte…” ¿A qué le tenía tanto miedo Jesús?

Al igual que tú y yo, Cristo le temía al sufrimiento. A la ira, al castigo, al juicio de Dios sobre Él por el pecado. No por su pecado (porque Él jamás cometió alguno), sino por todos NUESTROS pecados. Jesús tenía que recibir de una sola vez el castigo que tú, yo y toda la humanidad, tuvimos que recibir. Cualquiera hubiese sentido el mayor de los miedos con ello.

Pero a pesar de ese miedo, este jueves Santo Jesús decidió celebrar la última cena con sus doce discípulos porque tenía algo importante que enseñarles antes de su crucifixión. Jesús se levantó de la mesa. Se quitó el manto. Lo colgó en un perchero y se ciñó la toalla en la cintura. Tomó una jarra de agua y la vació en un recipiente que colocó posteriormente en el suelo. Desamarró el primer par de sandalias y sumergió en el agua los pies sucios del primer discípulo. Los masajeó, los lavó, y los secó con su toalla. Hizo lo mismo con los otros once. Salpicar. Lavar. Masajear. Secar.

Jesús pudo haber hecho cualquier cosa incitado por el miedo que sentía. Pudo salir corriendo a esconderse al saber que estaba a punto de ser capturado, pero decidió darles a sus discípulos esta invaluable lección de humildad (Juan 13:14-15).

Si uniéramos ambos escenarios en una sola escena, la Última Cena y el Huerto de Getsemaní, parecerían contrarias, pero una complementa a la otra. Cuando nos preguntamos ¿cómo podemos dejar de sentir miedo? Los psicólogos dicen que no se trata de la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. Indudablemente, Jesús supo vencer su temor porque entendió su identidad, entendió de dónde venía y hacia donde iba, por Quién era respaldado y la importante misión que tenía que cumplir…

Te invito a que este día reflexiones en aquello que más te da temor, que te despojes de ello y que lo entregues en las manos de Dios. Tú eres su hijo, tú eres su pueblo escogido. Tú tienes una misión importante que cumplir y no hay nada qué temer cuando el Dios todopoderoso está de tu lado.

 

CITAS BÍBLICAS:

  • Mateo 26:36-39

Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar». Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado.  «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo». Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

  • 2 Corintios 5:21

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios.

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